Por: Pedro Luis Echeverria
Le correspondió ahora a usted, General Alliegro, sufrir los embates de la persecución a instituciones y personas que el chavismo ha resuelto acosar, no por razones de justicia y equidad, sino de perversa estrategia política para infundir miedo y temor a toda la ciudadanía. Al atacar a factores emblemáticos muy bien escogidos de la sociedad venezolana, el régimen envía una advertencia para los resistentes que influye poderosamente en el ánimo de la gente, facilita la aparición de sentimientos de impotencia y la consecuente neutralización de los principios y tradiciones democráticas en los que la mayoría de los venezolanos hemos creído y hemos vivido.
La Fiscalía, siguiendo obsecuentemente las directrices emanadas de Miraflores, ha abierto una investigación y ha indiciado al ahora ciudadano Italo del Valle Alliegro en los tristes sucesos ocurridos en el país en febrero de 1989. ¿Habráse visto mayor desatino? Enjuiciar a un hombre que sólo cumplió con el deber que le imponía la Constitución y las leyes vigentes en ese entonces, que le evitó al país males mayores derivados del caos y la anomia social. Su actuación, General Alliegro además de oportuna y necesaria fue apegada al imperio de la ley, como fue ampliamente reconocido por la población en general y lo evidencian los testimonios de quiénes nos correspondió vivir las vicisitudes de aquellos azarosos días, los homenajes que a usted le fueron brindado en todo el país y, lo más importante, los altos índices de popularidad que tuvo Iusted hasta mucho tiempo después de ocurridos los acontecimientos. Por todo eso es que nos llena de indignación ver como se acosa y se acusa sin fundamento alguno a un militar que a lo largo de su vida pública ha alcanzado las más altas posiciones por su eficiente desempeño y su calidad profesional. Pero, hay una motivación subyacente en las acciones de la fiscalía: hay que sembrar dudas sobre la actuación del General Alliegro y enlodar su trayectoria porque él representa el pundonor y la institucionalidad de lo que fueron las Fuerzas Armadas Nacionales durante las décadas en que pudimos vivir en democracia y que oficiales, como Alliegro, supieron respetar y apoyar. Por eso se persigue y se acosa a los “Alliegro” y a los medios de comunicación no alineados. Por eso se radicaliza la hegemonía y se establece una institucionalidad paralela. Por eso se estrangula y desmantela a la propiedad privada. Por eso se amedrenta y reprime al movimiento sindical. Por eso se ataca a la iglesia católica y en general a todos los opositores. Las consecuencias políticas y psicológicas de la estrategia gubernamental no se miden por el número de víctimas que puedan causar, sino por lo perverso del ataque y el obsceno ventajismo del que se vale. Mientras los atacantes tengan el poder y el apoyo del Estado, el miedo y la sensación de impotencia se intensifican. El efecto buscado por este tipo de acciones gubernamentales consiste en demostrar la vulnerabilidad del objetivo y la permanente vulnerabilidad de los que podrían ser un objetivo la próxima vez. Esa política de “tierra arrasada y acoso permanente” que practica el régimen solamente afecta a los que no acompañan los dislates gubernamentales, puesto que no considera los desmanes, que en nombre de una supuesta revolución, cometen y han cometido los acólitos del chavismo. Por ello, no hay, ni habrán por los momentos, juicios ni investigaciones algunas contra los que participaron en las asonadas militares de febrero y noviembre de 1992 para derrocar a un gobierno constitucional. General Alliegro, estamos con usted.
martes, 14 de julio de 2009
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