sábado, 15 de septiembre de 2012

EN MEMORIA DEL GD (Ej) MANUEL HEINZ

Gen Carlos Peñaloza

​Conocí a mi compañero Manuel hace 55 años cuando ambos ingresamos a la Academia Militar. A los 16 años teníamos todo el tiempo del mundo en nuestras manos para alcanzar nuestros sueños. Hoy me toca decirle adiós con gran pesar, cuando ha culminado su ciclo vital. Se marchó serio como siempre, callado y afligido por la injusticia que este régimen le quiso aplicar impúdicamente. Lo mas importante es que se fue con la cara en alto, antes que la crápula gobernante lo humillara indignamente.

Los problemas de Manuel comenzaron sin que el lo supiera el 16 de Febrero de 1989, cuando el presidente Carlos Andrés Perez decretó un programa de ajustes macroeconómicos, con aplicación inmediata. Estas medidas no solo eran numerosas sino peligrosas políticamente. Entre otras incluían: Liberación de los precios de muchos productos, aumento gradual de tarifas de los servicios públicos; liberación de tasas de interés activas y pasivas en el sector financiero; “tasa de interés de cambio flotante de acuerdo al mercado”; aumento gradual de la gasolina, diesel, aceites; incremento de tarifas de transporte publico; congelación de cargos de la administración publica y modificación en el sistema de aranceles. Todas se aplicaron sin anestesia como si fuera soplar y hacer botellas sin tomar en cuenta la tempestad que ocasionaba.

Estas medidas, tal vez necesarias para enderezar la economía, se aplicaron inconsultamente, sin haber preparado a la población ni informado y alertado a las Fuerzas Armadas sobre sus posibles consecuencias. Este anuncio mal ejecutado fue el terremoto que originó 10 días mas tarde el tsunami que desoló a Caracas. Al llegar la ola destructora a la capital las autoridades civiles evidenciaron carencias de liderazgo personal, así como falta de capacidad para manejo de la crisis. El presidente como Comandante en Jefe de las FAN dictó tardíamente la orden para poner en practica el Plan Ávila, dos días después de iniciados los acontecimientos. En ese momento los disturbios populares habían tomado cuerpo apoyados por francotiradores subversivos armados de fusiles ubicados estratégicamente en azoteas. Los fusiles usados por los francotiradores fueron traídos de contrabando a Venezuela e introducidos por la rampa 4 de Maiquetía aprovechando la visita de Fidel Castro un mes antes a la coronación de CAP.

El presidente Perez valoró muy mal el grado de malestar que iba a crear su traumático paquete económico. Para entonces el dólar se había devaluado casi 1000% desde el viernes negro y el pueblo tenía buenas razones para estar furioso. La medidas que se habían anunciado sin paliativos ni mayores explicaciones alimentaron la inflación desatada ignorando lo que sucedía a su alrededor.
Sus asesores financieros eran jóvenes tecnócratas con poco olfato político. Ellos supusieron equivocadamente que CAP sería capaz de controlar cualquier situación porque tenía carisma y popularidad. Ninguno conocía el grado de soberbia del presidente que se consideraba omnipotente. Los intentos hechos por jefes militares para advertirle del peligro fueron rechazados. Perez nunca aceptó que el país iba a oponerse violentamente a su infeliz decisión, ni la existencia de una activa logia golpista dentro de las fuerzas armadas. Cuando se le planteó esta realidad la rechazó de plano.

​Ese día cuando los disturbios se habían iniciado el presidente decidió irse imprudentemente a Barquisimeto atendiendo una invitación de Fedecamaras sin darle importancia a la chispa encendida en Guarenas que ya recorría la capital. Este fue producto de su autosuficiencia y de la ineptitud de los órganos de inteligencia para alertar debidamente sobre la situación. Para entonces bandas de motorizados armados empezaron a recorrer Caracas y una turba atacó a Fedecamaras esa misma tarde. Estos no eran hechos aislados sino la punta de lanza de una rebelión organizada. Ese día el presidente, pese a recibir reportes alarmantes sobre el saqueo y pillaje en marcha no dictó ordenes para aplicar el Plan Ávila. La Guardia Nacional fue utilizada en forma limitada como si la situación fuera un disturbio común y corriente. La actitud pasiva del presidente permitió que el caracazo creciera y la explosión social cogiera cuerpo.

El 28 de febrero luego que las fuerzas de orden publico perdieron el control de la calle, Perez decide actuar en forma tardía en ejercicio de sus atribuciones. A las 4 PM declara el Estado de Emergencia suspendiendo algunas garantías constitucionales y ordenando la activación del "Plan Ávila" en la guarnición del DF y Estado Miranda. En ese momento, antes que las Fuerzas Armadas fueran desplegadas ya había ocurrido un elevado numero de muertos y heridos.

​​36 horas después de iniciados los disturbios, el Ministro de la Defensa, general Italo Alliegro, recibe la orden presidencial. De inmediato designa al comandante de las fuerzas militares responsables por la ejecución del plan. En ese momento a menos de un mes de la coronación, Heinz era el Jefe del Comando Estratégico del Ejercito acantonado en Caracas y tenía bajo su mando la unidad militar mas poderosa en la Capital. Yo era el Jefe del Estado Mayor del Ejercito y tercero en la cadena de mando de la institución. Aunque no tenia mando directo de tropas tenía buena información al igual que el Comandante del Ejercito sobre lo que estaba pasando en la calle. La situación era crítica y se complicaba con la presencia de numerosos francotiradores en azoteas. La explosión social de protesta espontánea estaba siendo convertida por fuerzas subversivas en una rebelión organizada. La tarea asignada a Heinz no era fácil.

​A las 5PM del 28 de febrero de 1989 las unidades operativas del Comando Estratégico empiezan el despliegue para ocupar sus áreas de responsabilidad. Las fuerzas militares son un instrumento de guerra al servicio del Estado que al ser atacados por enemigos armados están autorizados a defenderse. Al salir las tropas a las calles los francotiradores y motorizados armados estaban en plena faena y empezaron a hostigar a los soldados. El enfrentamiento produjo bajas, incluyendo algunos inocentes que quedaron expuestos al intercambio de disparos. La noche trajo mas confusión y se produjeron mas bajas. Caracas es una ciudad populosa e intrincada y el combate en localidades en este escenario es comprometido. En esta situación las bajas son inevitables. Todas las perdidas de vidas son lamentables, pero los muertos y heridos fueron consecuencia del uso de la fuerza de acuerdo con lo establecido en la Constitución Nacional. El terrible costo en término de vidas humanas fue elevado, pero hubiera sido peor que Venezuela hubiese desembocado en una guerra civil.
​En esta operación Manuel Heinz fue un soldado institucional cumpliendo ordenes legales dirigiendo una operación planificada por otros en una situación difícil de controlar. La guerra es algo terrible e indeseado. El uso de la violencia a veces ocasiona incidentes desafortunados por parte de individuos que pueden violar en medio del fragor del combate instrucciones recibidas. Esos incidentes aislados pueden ocurrir en una operación donde participaron mas de diez mil soldados enfrentados a un enemigo armado y organizado infiltrado en el seno de una protesta popular. Heinz como comandante en esa acción fue responsable por lo ocurrido con las tropas bajo su mando, pero no es culpable de ninguna acción delictuosa. Fue un instrumento del Estado, cumpliendo ordenes legales.
​Al final de sus días Heinz, en medio de una cruel enfermedad, fue enjuiciado y acusado de delitos de violación de Derechos Humanos por sus enemigos durante el caracazo. Estos individuos, ahora en el poder, con sed de venganza acusan en falso a un soldado que cumplió con su deber. Al hacerlo ignoran a los pistoleros de Puente Llaguno que defendieron al gobierno de Hugo Chavez sin tener respaldo legal para usar armas asesinando compatriotas. También ocultan bajo la alfombra de la historia el hecho que en la mañana del 27 de febrero de 1989 el mayor Hugo Chavez, quien prestaba servicios en el Palacio de Miraflores, al iniciarse los disturbios desapareció por tres días de su oficina alegando sufrir de una conveniente lechina. Para entonces ya Chavez era el jefe de los Comacates y estaba en contacto con grupos subversivos de izquierda protegido por algunos jefes militares y políticos de alto nivel. Que hizo este hombre durante su ausencia? La historia lo acusará.

​Manuel, descansa en paz. En vida fuiste un soldado ejemplar fiel a tu juramento de defender la Constitución. Tu eres un paradigma para todos los militares institucionalistas que se niegan a formar parte del circo en que han sido convertida la Fuerza Armada. La muerte te permitió evadir a la banda de delincuentes que querían humillarte acusándote como bandera política. Ahora nos toca a los que quedamos en pie defender tu memoria y a nuestro país. Pronto recuperaremos la independencia de Venezuela de la metrópoli cubana y los militares volveremos a sentirnos orgullosos de portar el limpio uniforme de la patria de Bolívar. El show no debe continuar.

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