Opinión de la Dr. Paulina Gamus Presidente de la Comisión de
Política Interior del Congreso Nacional en el año 1989 sobre los sucesos del
Caracazo y la aprobación por unanimidad, del Informe sobre dichos sucesos. Dicho
informe, fue firmado por todo sus
miembros pertenecientes a los Partidos Políticos existentes para la época.
El 27 de febrero de 1989 el CEN de
AD se encontraba reunido como todos lo lunes en el llamado bunker de la
Florida. El apelativo provenía del funcionamiento, en el sótano de esa misma
sede, de la Secretaría de Organización a cargo de Luís Alfaro Ucero. Se había
tejido toda una leyenda en torno a la existencia en ese sitio, de un aparataje
de la mas alta sofisticación gracias al cual Alfaro y su equipo de técnicos
tenían un registro de militantes de AD y
de votantes del país, mucho mas completo y confiable que el del Consejo Supremo
Electoral.
Alejandro – el ¨Policía¨ - Izaguirre, ministro de Relaciones
Interiores, había inaugurado la costumbre de asistir a las reuniones del CEN
partidista: mientras discutíamos un tema anodino como era el pleito entre
facciones adecas en un Consejo Municipal de poca monta, una de las secretarias
le pasó una nota al ministro que la leyó y se retiró del salón sin decir palabra.
En algún momento ya cerca de la una de la tarde, salí para ir al baño y los
periodista reunidos en la antesala me preguntaron que opinaba sobre lo que
estaba sucediendo. ¿Y qué está sucediendo? Me pusieron en autos sobre los
disturbios y saqueos en varias zonas de Caracas. Cuando un rato después terminó
la reunión, tomé la ruta norma de regreso a mi casa por la Avenida Libertador y
ya se veían vidrieras destrozadas y las calles desiertas. Al llegar a mi casa
encendí el televisor, los distintos canales mostraban las imágenes de los
saqueos en supermercados y otros comercios. Aunque no hubiese sido su
intuición, esas imágenes promovieron el incremento de actos de vandalismo y
depredación. Desde la ventana de mi habitación podía ver a vecinos de los
barrios aledaños cargando con partes de reses que se habían llevado de las
casas de abastos cercanas. Aquellas escenas me resultaron aterradoras y
deprimentes, jamás imaginé que un caos y un salvajismo colectivo como aquel
pudieran ocurrir en ese país amable y solidario que era Venezuela.
Cuando comenzó el debate en el Congreso sobre esos hechos
sangrientos y destructivos, cada discurso me hacía llorar y así pasé varias
semanas, llorando lo que desde entonces consideré como el principio del fin de
nuestro sueño democrático. El Congreso, en sesión plenaria, acordó que la
Comisión de Política Interior de la Cámara de Diputados que yo presidía,
realizara la investigación de los hechos y determinara las responsabilidades
por los muertos y heridos en aquellas cuarenta y ocho horas de horror. Siempre
tuve la impresión hasta el día de hoy, aunque no pude probarlo, de que los
hechos no fueron espontáneos. Quizá sus planificadores jamás imaginaron las
dimensiones que alcanzaría la protesta contra un aumento irrisorio en el precio
de la gasolina. Pero el inicio de esa protesta fue un planificado por gente de
la oposición y sus derivaciones provocadas por alguna simiente de las que luego
serían las bandas armadas del chavismo.
Varios años después, ya con Hugo Chávez en el gobierno, me
encontré en el ascensor de un centro comercial con un joven que me reconoció y
me dijo que estaba esperando en demostrar que los agitadores de entonces eran
los chavistas de hoy. Él y su hermana habían observado desde los edificios
distintos en la Avenida Urdaneta de Caracas, la vestimenta y el comportamiento
de los motorizados que dirigían los saqueos. Les parecieron idénticos a quienes
produjeron disturbios y saqueos el 13 de abril del 2002 , a raíz de la salida y
luego el retorno de Chávez al poder. El joven había estado investigando en los
archivos del fenecido Congreso pero no
había encontrado nada que le permitiera comprobar su hipótesis. Tampoco yo pude
ayudarlo en ese empeño. Quizás la única manera de saber que fue así, es la
glorificación que el chavismo se ha empeñado en promover de esos dos días de
vandalismo depredador, anarquía, latrocinio y muerte.
Lograr que los diputados de la Causa R como Pablo Medina y
Aristóbulo Istúriz, y algunos del MAS como Gustavo Márquez y Enrique Ochoa Antich,
aceptaran que no había miles de muertos como proclamaban de manera escandalosa
e irresponsable, sino los doscientos setenta y seis que habían constatado las
autoridades correspondientes, fue realmente una proeza. Como presidenta de la
Comisión recibía a diario decenas de telegramas
que personas afiliadas a Amnistía Internacional enviaban desde distintos
países de Europa, Estados Unidos, Canadá y Australia. Casi todos con un mismo
texto y con denuncias circunscritas a una determinada persona o bien a los
supuestos miles de muertos como consecuencia de la represión militar y
policial. Recibimos a representantes de esa organización y fueron invitados a
presenciar las reuniones de la Comisión y las interpelaciones a ministros y
altos funcionarios militares y policiales.
La elevación de aquellos días de rapiña y caos al rango de
efemérides por parte del gobierno chavista, ignora que la mayoría de la
población agradeció al ejercito haber controlado la situación aun a costa de la
vida de decenas de venezolanos, muchos de ellos victimas inocentes. El
Presidente Carlos Andrés Pérez pronunció entonces una de las sentencias mas
equivocadas y poco felices de su trayectoria política: dijo que lo ocurrido
había sido una reacción de pobres contra ricos. Esa frase demagógica fue
desmentida por las imágenes de la televisión
que mostraban a personas de la clase media llevándose electrodomésticos
y víveres en sus vehículos, mientras que en los barrios mas deprimidos los pobres saquearon entre ellos.
Las cadenas de supermercados lograron recuperar rápidamente lo
perdido porque tenían seguros que cubrieron los daños pero muchos pequeños
comerciantes quedaban en la ruina y sin posibilidades de reponerse. La Comisión
decidió elaborar de común acuerdo con bancos del Estado y ministros del área
económica, un censo de los pequeños comerciantes agraviados y concederles
créditos que les permitieran restablecer sus negocios.
Como elemento demostrativo de la superficialidad que con
frecuencia nos caracteriza como colectivo, mujeres de distinto niveles sociales
de detenían para hablarme en la calle o en el supermercado y amigas me llamaban
por teléfono, para felicitarme por la suerte que tenía de aparecer a cada
momento en la televisión sentada al lado de ese ¨muñeco¨. El ¨muñeco¨ era el entonces ministro de la
Defensa, general Ítalo del Valle Alliegro, al que veinte años después del ¨Caracazo¨
el gobierno de Chavéz imputó como responsables de las muertes ocurridas en esos
aciagos días de febrero de 1989.
Después del ¨Caracazo¨ nada volvería a ser igual; el gobierno de
Pérez II pasó de la arrogancia inicial derivada de la alta votación con la que
fue electo, a mostrarse temeroso y errático. Cada medida era ponderada ante la
posibilidad de que pudiera desatarse otra revuelta similar a la de febrero del
89. Y ese miedo que fue percibido por los filibusteros que desde diferentes
flancos disparaban dardos contra la figura del Presidente. Porque, no cabe
dudas, era Pérez y su liderazgo el primer objetivo de la campaña destructiva
que luego se extendería hasta su verdadera meta: liquidar el sistema de
partidos y a toda la clase política, sin distinciones.
Cuando el 04 de febrero Hugo Chávez negoció su rendición desde el
Museo Militar en la Planicie, horas mas tardes los canales de televisión y las
radios transmitieron su mensaje desde el Ministerio de la Defensa en el que
exhortaba a los insurrecto a rendirse
para evitar mas ¨derramamiento de sangre ya
que los objetivos no se habían logrado ¨por
ahora¨.
En casi todas las versiones oficialistas de ese breve discurso, se
omite la frase referida al derramamiento de sangre con el evidente propósito de
que se olvide que la aventura golpista del 4-F-92 costó la vida a un número para siempre
indeterminado de militares y civiles. Algunos medios de comunicación informaron
entonces que los muertos pasaban de cien. Pero, por razones obvias la
propaganda chavista se encargó de echar tierra sobre los cuerpos y nombres de
las víctimas del golpe. En contraste, veinte años después del llamado ¨Caracazo¨
la Fiscalía General de la República ha ordenado exhumaciones de personas
fallecidas los días 27 y 28 de febrero de 1989, durante ese suceso con la única
finalidad de imputar al ex presidente Carlos Andrés Pérez y algunos
funcionarios de su gobierno.
Es necesario acotar que así como los 300 años de calma a los que
se refería El Libertador en su discurso del 3 de julio de 1811 en la Sociedad
Patriótica, fueron apenas turbados por algunas rebeliones originadas en su
mayoría por injusticias de orden económico, los 31 años de calma que hicieron
eclosión el 27 y 28 de febrero de 1989 estuvieron sustentados en el
convencimiento general de la riqueza infinita del Estado y por la creencia de
los electores que cada cinco años concurrían masivamente a votar, de que el
nuevo presidente sería un nuevo Rey Midas capaz de transformar sus promesas en
oro. El 27 y 28 de febrero ocurrió el despertar a una realidad amarga portadora
de estrecheces y penurias, fue el fin del apogeo y el inicio del pesimismo que
algunos llegan a confundir con decadencia. Fue además el comienzo de la
búsqueda de culpas y culpables hasta llegar a culpar a la democracia de los
errores y vicios que dieron lugar a nuestra condiciones de nuevos pobres. Los
31 años de calma y apogeo de la democracia fueron plagándose de excesos y
desviaciones, de partidocracia, clientelismo político, desorganización e ineficiencia en la administración y en los
servicios públicos, deterioro de la administración de justicia y crecimiento de
la marginalidad. Mientras los ingreso petróleos alcanzaban todos pudiéramos
disfrutar de trozos de mendrugos del gran pastel de la riqueza nacional no
queríamos saber de advertencias aguafiestas. Estas al lado de las críticas y
las denuncias, desaparecían sepultadas bajo el alud de los presupuestos
millonarios.
Nuestro admirado maestro y amigo, el senador Ramón J. Velásquez,
ha dicho que desde el 27 y 28 de febrero de 1989 el pueblo está en la calle. Es
cierto: el pueblo está en la calle a la espera de soluciones a sus problemas de
inseguridad, de salud, de suministro de agua, de empleo, de vivienda. Está en
la calle cívicamente, sin caer en los excesos de las minorías que saquearon y
quemaron y ¡sin capuchas!!! Pero también están en la calle y en la prensa, la
radio y la televisión los oportunistas con sus ambiciones desbocadas, que desde
entonces explotan el sentimiento popular para abrir caminos a su desesperación
del poder.
Ese trastrocamiento de valores y principios hace que hoy, nadie se
acuerde de la decenas de jóvenes -casi
niños- que perdieron sus vidas el 4 de febrero por cumplir lo que creían su deber en uno y otro bando.
Mientras tanto se procura desde las tribunas del oportunismo y del cinismo
político mostrar el heroísmo de opereta de quienes ordenaron derramar en vano
la sangre de sus propios hermanos y compañeros de armas.
1 comentario:
Fijense Como la Dra Gamuz reconoce que la reuniones de las maxima autoridad de AD otrora partido mas grades de latinoamerica y quizas del mundo, trataba temas anodinos o en otras palabras sin mucha importancia, me pregunto como fue que no se dieron cuenta de la avalancha que se les venia encima, al igual que los tripulantes del titanis no vieron aquello que les hudiria con un golpe fatal, los partidos politicos se envanecieron de poder y olvidaron aquel trabajo dedicado a las base, al venezolano de a pie, definitivamente los grandes partidos venezolanos son los padres de la criatura y otros partidos que hoy se dividen y se dan golpes de pecho fueron las comadronas que bajo su ala gestaron desde saqueos hasta el socialismo del siglo 21, ahora bien, su libro Dra muy bueno lastima que es dificil concerguir y la felicito por la gallardia con que quizas sin queren asume la mea culpa por ser parte de esos grandes partidos, el fenomeno Chavez era necesario en una sociedad joven crecio sin muchos retos que afrontar es decir no estubimos en guerras, ni nos lanzaron bombas atomicas o el estado a tenido una depresion economica tan fuerte como en la europa post guerra o la americana a principios del siglo pasado, aqui hemos sidos tan suertudos que hacemos un racho de lata y vivimos en otros paices en verano seria un horno y en invierno seria una nevera en fin luego de que esta revolucion pase y pasara como han psado todas en el mundo los venezolanos habremos madurado y crecido para no crer que los politicos son reyes midas que todo lo que toca si bien no lo combierten en oro por lo menos lo arreglaran, abremos superado aquello de que con fulanito se vive mejor porque roba y deja robar entoces ya eras complice abiertamente te decias ladron o perensejito roba solo entoces te decias complice, cuando lo veo asi pienso que cultura tenemos verda, bueno habremos crecido para ver la diferencia que nos es lo mismo cantidad que calidad sino me cree vea la calidad de la enseñasa en los liceos y universidades que hasta el presidente prefiere ir a cuba que ser atendido por profecionales venezolanos revise usted el resumen curricular en las escuelas el niño no sabe leer pero igual pasa de grado segun y que para no marginarlo pero y luego que pasa luego nos seguiran dominando mas por nuestra ignoracia que por la fuerza sigo pensando que cultura la nuestra
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