jueves, 7 de diciembre de 2006

Cinco Patas del Gato

Política.

El Diario de Caracas. Lunes 20 de marzo de 1989.

Cinco Patas del Gato.

José Vicente Rangel.
Las FF.AA

No me caracterizó por el elogio. Ni a personas ni a instituciones. Suelo ser muy parco en el reconocimiento - no por mezquindad sino porque juzgó que la sobriedad es más contundente - y prolijo en las crítica. Porque uno de los aspectos que más me seducen del ejercicio democrático es el cuestionamiento. Y lucho - lucharé siempre - por su intangibilidad.. Poder expresarse, poder decir cosas, es poder adversarr, me parece el más preciado mecanismo de una sociedad libre. Por eso por no tener techo de vidrio, por haber mantenido siempre una posición muy clara en esta materia, puedo decir lo que de seguida escribo en relación con las fuerzas armadas nacionales.

En numerosas oportunidades he hecho críticas a la institución. Críticas que algunos han descalificado con razonamiento burdos, señalando que pretendía la desestabilización de las Fuerzas Armadas o denigrar de ella. En el fondo no buscaba otra cosa que su adecentamiento, como el de cualquier otra institución del país. Que su reequipamiento por ejemplo, fuera transparente, que el dinero de la nación fuese utilizado de la mejor forma, con honestidad y eficacia. Critiqué, asimismo, comportamientos de miembros de la institución contrarios al sistema democrático, lesivos a los derechos humanos.

Pero ahora debo decir algo que no quiero silenciar. Más allá de fallas, errores e incluso abusos, la posición de las Fuerzas Armadas, institucionalmente hablando, con motivo de los acontecimientos del 27 de febrero, ha sido altamente positiva. Fue el único organismo del estado que respondió cuando imperaba el caos. Y respondió con espíritu democrático, encarnando un liderazgo responsable, reivindicando no sólo la moción de orden público sino la de justicia y honradez. Tengo muchos testimonios de los que dijeron oficiales reunidos con civiles en esos días tensos. Y esa posición castrense contrasta con el derrotismo de muchos civiles, con las concesiones que estaban dispuestos a hacer a sectores poderosos.

No creo que hoy exista afán protagónico por parte institución castrense y de sus jefes. Lo que ha ocurrido es que el vacío que se creó, su participación se tornó más evidente. La ausencia del liderazgo civil resaltó la presencia del liderazgo militar.

A los militares se les llamó cuando todo colapsaba. Incriminarlos ahora, bien directamente o bien solapadamente como se deduce de la actitud de algunos políticos que han estado descargando a los hombres de uniforme y haciendo conjeturas acerca de sus aspiraciones, pues otra cosa que mala fe. O quizá una biliosa secreción producto del miedo que les recorrió el espinazo durante los días del estallido de violencia en los que no se encontraba un dirigente político - sobre todo el sector oficial - ni con lupa.

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