Fernando Ochoa Antich
Hugo Chávez conoce perfectamente que la historia no le perdonará los dolorosos asesinatos del 4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992, ni aquellos ocurridos el 11 de abril de 2002. Es importante recordarle, ahora que su aliado, desde sus tiempos de oficial activo e impenitente conspirador, Muamar Gadaffi masacra al pueblo libio, que sobre su conciencia caerá siempre la sangre inocente de los venezolanos muertos en esos trágicos días. Ni las injustas sentencias dictadas en contra de los comisarios de la Policía Metropolitana, ni los absurdos juicios incoados en contra de los jefes militares que tuvieron la responsabilidad de dirigir las Fuerzas Armadas Nacionales en la tragedia del 27 de febrero de 1989, impedirá que el dedo acusador de la historia lo señale como el gran responsable de esos crímenes. Hoy, 27 de febrero, se conmemora un nuevo aniversario de ese trágico día.
Estoy seguro que los medios de comunicación del gobierno desarrollarán una nueva y masiva campaña de propaganda para vincular esos acontecimientos con la mal llamada Revolución Bolivariana. Perderán el tiempo. Los venezolanos conocen perfectamente los hechos. Recuerdan la cobardía demostrada por los jefes de los alzamientos militares en contra de un gobierno constitucional y el crimen provocado por Hugo Chávez durante la marcha pacífica del 11 de abril de 2002. Tampoco olvidan lo que ocurrió el 27 de febrero de 1989: el pueblo se lanzó a la calle a protestar con razón por el incremento del precio del transporte colectivo y la escasez de los productos de primera necesidad; pero, es imposible negarlo, durante esos días se cometieron actos injustificables de violencia y saqueos que aterrorizaron a la mayoría pacífica de los venezolanos.
Es inaceptable que después de tantos años se trate de responsabilizar de esos dolorosos hechos a las Fuerzas Armadas Nacionales y a los jefes militares que aplicaron el Plan Ávila. Esa operación tiene por misión reestablecer el orden público ante la incapacidad de la autoridad civil para hacerlo. Es una operación de planificación centralizada y de ejecución descentralizada que impide a los jefes militares controlar los hechos que puedan estar ocurriendo en un momento determinado. Esa responsabilidad les corresponde a los comandantes inmediatos de las pequeñas unidades que tienen el control directo sobre los soldados y le corresponde la obligación de vigilar que su actuación respete las leyes vigentes y los derechos humanos. En descargo de esa responsabilidad debo decir que los soldados sólo están entrenados y equipados para operaciones de combate.
La primera protesta estalló en Guarenas. No era fácil aceptar, un incremento del pasaje que prácticamente duplicaba su costo. El ambiente se fue enrareciendo y de repente se iniciaron los saqueos. A las seis de la mañana, la violencia se circunscribía a Guarenas y a Guatire; a las 8:a.m. miles de personas protestaban violentamente en el centro de Caracas. Las unidades policiales que se acercaron a los disturbios mantuvieron una actitud de sorprendente complicidad con lo que ocurría. Al mediodía, la situación era verdaderamente
grave. La violencia se había generalizado por todo el centro y el oeste de Caracas. El doctor Virgilio Ávila Vivas, gobernador de Caracas, de manera inexplicable no tomó ninguna medida para enfrentar los acontecimientos. Su responsabilidad en estos hechos es inmensa. Los saqueos se extendieron por toda Caracas y empezaron a ser transmitidos ampliamente por la televisión.
Estos hechos de violencia atemorizaron a todos los sectores sociales de Caracas, los cuales se sintieron amenazados por la presencia de grupos de saqueadores en las cercanías de las
zonas residenciales. Todo el mundo empezó a armarse. Esta grave situación, que hacía temer un enfrentamiento entre grupos sociales, obligó al gobierno nacional ordenar la intervención de las Fuerzas Armadas, la cual sólo ocurrió el 1° de marzo. En esos días, escuché explicar a varios oficiales subalternos que al iniciarse el patrullaje en las calles ya había numerosos muertos y heridos. Es muy sencillo para el Poder Judicial y la Fiscalía responsabilizar ahora exclusivamente a las Fuerzas Armadas y a los jefes militares en lugar de investigar en profundidad para determinar los autores materiales de cualquier violación de derechos humanos que dolorosamente haya podido ocurrir. Esa es la verdad.
Caracas, 27 de febrero de 2011.
fochoaantich@gmail.com.
miércoles, 2 de marzo de 2011
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario