miércoles, 2 de marzo de 2011

¿Fiscalía o Laboratorioa de Ignominias?

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¿Fiscalía o laboratorio de ignominias?
Germán Gil Rico

Miércoles, 23 de febrero de 2011

Febrero, desde más allá de la historia conocida, ha sido un mes parrandero, de jolgorio generalizado. No se recuerdan carnestolendas tristes. Pero en nuestro país, de cierto tiempo para acá, se transformó en ominoso. Recordemos: 1989 el Caracazo, 1992 golpe de Estado contra el gobierno constitucional y democrático, 1999 el Comandante Bellaco en Jefe jura el cargo de Presidente de la República. Acontecimientos cuya interconexión, al decir de los abogados, no admite prueba en contrario.

Ítalo del Valle Aliegro, General de División (r) y Ministro de la Defensa cuando ocurrió el Caracazo, ha sido imputado y acusado por la Fiscalía General de la República, ante el Juzgado XXXII de Primera Instancia en función de Control del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas, por la comisión del delito de “homicidio calificado en grado de complicidad necesaria e incumplimiento de pactos internacionales” en la ejecución del Plan Ávila cumpliendo, a no dudarse, órdenes expresas del Presidente de la República en Consejo de Ministros.

Quienes a estas alturas sostienen que el Caracazo (27 y 28-02-89) fue un movimiento espontáneo, son nefelibatas o cínicos. ¿Quién no presenció la acción destructora de individuos formados en brigadas de agitación y asalto? ¿Quién no vio al periodista Alexis Rosas transmitiendo, por el canal 8 y en vivo, desde Guarenas el altercado entre un chofer de buseta y un pasajero, cuya culminación fue la primera pedrada contra una vitrina y la primera unidad de transporte incendiada? ¿No fue esa una señal para incendiar el país?

Seguramente, cuando reinara la anarquía, estallaría el golpe militar. El caos se dio. Civiles armados saquearon, violaron, hirieron y asesinaron. El mayor Acosta Carles cayó fulminado por balas de los forajidos. A los complotados debió habérseles mojado la pólvora. Las tropas institucionales salieron a restituir el orden cuando el Presidente de la República, en Consejo de Ministros, ordenó la activación del Plan Ávila.

Los militares confabulados para el 27-02-1989, al fin, se alzaron la noche del 04-02 y el 27-11-1992, tiñendo las calles con sangre inocente. Los felones pasaron a disposición de la jurisdicción correspondiente. No se decretó el estado de emergencia y Rafael Caldera sobreseyó la causa, no sin antes haber justificado la felonía cuando aún era senador vitalicio. Colocó en entredicho su talante civilista.

El club de “náufragos” políticos, con mucho dinero, empujó al Bellaco a la arena electoral y ganó. A partir del 02-02-1999 ocupa el solio presidencial. En el acto de juramentación, hizo lo que corresponde a un felón, escarneció la Constitución de la República calificándola de moribunda. Nadie interrumpió el acto. La oposición estaba empantuflada y perpleja. No captó el mensaje de un malandro, cubierto en camuflaje de maranto.

Hoy, como en otros casos, presenciamos con inmensa arrechera que, quien hizo derramar sangre inocente, ordene a la Fiscalía de la República con parabólica en los tribunales de ¿justicia? cometer la ignominia de imputar a Ítalo del Valle Aliegro de un delito que no pudo haber cometido. A lo mejor la orden incluyó, para mayor abyección, un proyecto de sentencia ¿condenatoria?... Porque él sabe que el Plan Ávila se descompone en múltiples planes, comandados por los oficiales a quienes corresponda dirigir elementos de tropa, agrupados según el número de sus integrantes.

Superada la pesadilla del 27 y 28F, fue aplaudido por todos los venezolanos, incluyendo muchos de los que hoy pretenden crucificarlo. No le paró a quienes le calentaron la oreja para que asaltara el poder. El Plan Ávila, concebido tiempo atrás, había impedido a las hordas borrachas y estimuladas desde la sombra por mangantes que hoy desgobiernan, destruyeran sus bienes y vidas.

De manera que por tratarse de una venganza con 22 años de maduración, aspiramos que los jueces no oculten la resplandeciente verdad que emergerá, aún por sobre la amenaza que pende sobre ellos, cuantas veces les corresponde dictar sentencia en casos tan sensibles para el Comandante Bellaco en Jefe.

gergilrico@yahoo.com

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