Arnoldo José Gabaldón
Especial para Tal Cual
Pareciese que ya es una costumbre de los regimenes socialista, el
falsificar la historia: construir su propia epopeya, para realzar las
hazañas de sus protagonistas. La dialéctica marxista por tradición
enseña, que es indispensable desarrollar una épica de la revolución
para poder entusiasmar a la gente, pero especialmente a los más
ignorantes.
Una de las leyendas inventadas para acuñar la nueva historia patria
que se esta escribiendo, expone que la revolución bolivariana
tuvo su hito primigenio el 27 de febrero de 1989. En esa ocasión,
supuestamente, las masas se revelaron con odio contra la opresión
y las injusticias sociales. Algunos llegan al paroxismo de manifestar,
que ese fue el embrión de una nueva lucha heroica antiimperialista.
Los lamentables sucesos de fines de febrero de dicho año, se
incubaron dentro de un periodo innegable de profunda crisis
económica-fiscal en Venezuela. Los precios del petróleo se habían
derrumbado en los años anteriores, manteniéndose entre $15 y
$20 el barril (que tal cuando se comparan con los precios de los
últimos siete años); las reservas fiscales se redujeron al mínimo,
la inflación y la escasez de víveres de primera necesidad eran
ostensibles y la población humilde estaba atravesando por reales
precariedades, generándose un estado de justificada insatisfacción.
El gobierno que apenas se iniciaba, había sido electo con
una importante mayoría de votos y para paliar la crisis había
anunciado un fuerte programa de reajuste, orientado a corregir los
desequilibrios macroeconómicos existentes, como vía para salir de
la crisis fiscal e impulsar una nueva fase de crecimiento.
En Guarenas el 27 de febrero, un alza no autorizada oficialmente
del precio de los pasajes de transporte colectivo del 30%, genero
por la mañana una justificable protesta popular, que se agravo
durante el día y la noche, degenerando en saqueos de comercios
y quema de automóviles, que requirió la intervención de la
Guardia Nacional. Mientras tanto en Caracas, al medio día, en
los alrededores del terminal del Nuevo Circo, tuvo resonancia
el conflicto originado en Guarenas y más tarde se extendió con
saqueos de locales comerciales y quema de vehículos, en el
centro de la ciudad y algunas barriadas humildes. Estos últimos
sucesos se facilitaron por una huelga de brazos caídos de la Policía
Metropolitana. por reivindicaciones salariales.
Este estallido social no organizado y liderizado espontáneamente
a nivel local en muchos casos, por zagaletones y maleantes, que
deseaban apoderarse de lo ajeno, se extendio el siguiente día por
vecindarios formales y muchas barriadas. El efecto demostrativo
perverso llego hasta otros centros poblados del interior, creándose
en general gran alarma, por las consecuencias imprevisibles que
podrían derivarse, sino se reestablecía el orden público.
Ante esos acontecimientos que desbordaron a las fuerzas
policiales, al Gobierno del Presidente Carlos Andrés Pérez no le
quedo más recurso que suspender las garantías y encomendarle
a sus Fuerzas Armadas como era logico, la restitución del orden
trastocado. El Ministro de la Defensa, General Italo del Valle
Alliegro, digno oficial de probada conducta democrática y su
Alto Mando, en virtud de las órdenes oficiales recibidas y en
todo apegados al estado de derecho, procedieron a restablecer
la tranquilidad social quebrantada, a través de la estructura de
mandos subalternos. Era indispensable calmar la alarma que
embargaba a toda la población, ante el súbito estallido y la ola de
bandalaje desencadenado.
El balance general de los acontecimientos fue muy lamentable.
Se han documentado 276 muertes y un considerable numero de
heridos. Los daños económicos también resultaron muy elevados.
En Caracas saquearon 900 bodegas, 131 abastos, 95 ferreterías
y 912 negocios varios. En el interior se contabilizaron hasta 784
locales saqueados.
En el Caracazo, como también han sido llamados los sucesos del
27,28 y 1º de marzo de 1989, los rebeldes no fueron a manifestar
a Miraflores, no fue asaltada una sola oficina pública, ni tampoco
la sede de ningún partido político. No fue un estallido contra un
régimen oprobioso, como se ha dado a entender. Mucho menos una
acción revolucionaria.
¿Como pueden confundirse esos acontecimientos sociales donde
tendió a prevalecer la acción de malandrines, con el inicio de una
gesta revolucionaria? Esa es otra forma de falsear la historia de
Venezuela, a la que nos tienen acostumbrados los no-héroes de la
llamada revolución bolivariana. El tiempo futuro habrá de colocar las
cosas en su puesto.
miércoles, 2 de marzo de 2011
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